El PP y sus coro mediático habitual llevan más de un año acusando a Zapatero de haber dejado las cuentas públicas hechas unos zorros. Ese ha sido el gran pretexto de Rajoy para incumplir, una detrás de otras, todas las promesas electorales que a finales de 2011 le abrieron las puertas del poder. Sin embargo, su estrategia ha saltado por los aires estrepitosamente como consecuencia de las revelaciones realizadas en los últimos días por el ministro de Hacienda.
La más importante de ellas es que, pese a su inmisericorde política de recortes, el Gobierno tampoco ha sido capaz de embridar el déficit conjunto de las administraciones. Antes al contrario, en 2012 rozó el 10% del PIB, medio punto más del que dejó Zapatero. La explicación de tan sonoro fracaso estriba en que el efecto de la rebaja del gasto y de la subida de impuestos se lo comió íntegramente el rescate bancario, cuya factura ascendió el año pasado a 40.000 millones de euros.
La otra revelación de Montoro es que en diciembre no tenía ni idea aún de cuál sería el déficit definitivo correspondiente a 2012. Cosa perfectamente verosímil porque, ya avanzado el mes de febrero, durante el debate sobre el estado de la nación, Rajoy sólo se atrevió a dar un dato aproximado. Lo cual echa por tierra la recurrente teoría de que Zapatero mintió a sabiendas sobre el cierre fiscal de su último ejercicio antes de dejar el palacio de la Moncloa en las navidades de 2011.
Aparte de desmontar sus propias mentiras sobre los resultados de la gestión del PP y sobre la herencia recibida, Montoro ha intentado confundir a la opinión pública acerca de los sacrificios que todavía nos esperan. Según el ministro de Hacienda, gracias al esfuerzo ya realizado, en 2013 no serán necesarios recortes adicionales. Como si los que están contemplados en los Presupuestos Generales del Estado vigentes desde el 1 de enero fueran moco de pavo.
Este año, por ejemplo, las pensiones volverán a perder poder adquisitivo porque su subida ha sido inferior a la inflación prevista. El salario mínimo profesional, que sirve de referencia a diversas prestaciones y ayudas sociales, permanecerá congelado. Y habrá menos dinero para sanidad y educación, debido a los nuevos ajustes exigidos por el Gobierno a todas las comunidades autónomas, con el objetivo de reducir a menos de la mitad su déficit de 2012.
O sea que, diga lo que diga Montoro, en 2013 los ciudadanos tendremos que hacer -estamos haciendo ya- un sobreesfuerzo. A ver si esta vez también se lo come la banca…
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